Un beso
sin rostro me sorprende;
dibuja mis
labios despacito,
con su
piel de amor que destila ternura.
Deliciosa
sensación sin gobierno,
se desliza
cálida hacia las aguas mansas del silencio
donde se
oculta la sed.
No llama
al deseo ni por su nombre
ni por
ningún otro.
Es luz y
verdad acariciando el alma
que se
desnuda sin prisa,
saboreando
chupitos de gloria
frente a
la ventana donde siempre llueve.
Esta noche
salió el sol en el abismo.
Una paloma
picotea los cristales
para
enredarme en su argolla y llevarme hasta el amor,
ese viejo
amigo que no me habla.
Y me
despierto
con sabor
en la boca a yerbabuena.
Y me
despierto
con aroma
en el pecho a miel de hojuelas.
Y me
despierto
con
ternura en la piel y agua de mayo.
Y me
despierto, y me despierto…
Y me
despierto
con la
misma indecisión y un nuevo anhelo.
© Anna Benítez del Canto
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