Desde las entrañas de esa especie
que ruge aullidos a la luna
por cobijar bajo el mismo manto
a personas de ley
y estirpes de Caínes.
Luna roja,
que ciega por la ira,
reniega de los malditos rayos
que alumbran las
podridas simientes.
Hachazos certeros
alcanzan el corazón del destino
y se derrama la savia de la vida,
en vano,
en un pozo de sal.
Anna Benítez del Canto
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