Camino despacio
tras
atropellados pasos
que carecen
de sombra.
Bebedizos
amargos
destilan
sus huellas.
Resbalo y
me hundo
en esa
hiel ajena
que
mancha de lodo
mi único
vestido.
Piedras
de granito,
con las
que siempre tropiezo,
me guían.
Tantas
veces caí,
que me
acostumbré a sortearlas
y ahora
el aroma
de mi sangre
impregnada
en ellas,
delimita
los márgenes del camino.
Reposan
las huellas
sin pies
que las sustenten.
Un paso
más allá,
tan sólo
un abismo.
Doy la
vuelta
y las
piedras
se han
convertido en rocas
que
siguen creciendo
amenazantes.
Apenas
queda el espacio
para mis
pies de puntillas.
Salto al
vacío.
Las
entrañas
me atoran
garganta.
Me
precipito veloz.
Voy
perdiendo la ropa
y sólo
quedo yo,
cayendo
tan vacía
como el
espacio que recorro.
Han desaparecido
el
principio y el fin.
Sigo descendiendo
mientras
todo
parece
haberse detenido.
Sólo mi
pelo
despeinado
hacia arriba
evidencia
mi avance.
Quizá no
exista un suelo más abajo.
Quizá
todo el futuro
se
encierre en la caída.
Que caigas sobre un mullido y acogedor surtido de palabras, que te abracen hasta que la luz que llevas dentro te conviertan en luciérnaga y nos devuelvas la luz con tu presencia.
ResponderEliminarBesitos Anna :)
Un placer leerte amiga. Xary o Darilea jeje tanto monta, monta tanto..