Arreciaba el
frío aquella noche
fuera y
dentro de mí.
Latidos débiles musitaba la vida
a cambio de
una sonrisa de algodón.
Entonces llegaste tú,
con el mar
de tus ojos clavado en mis adentros,
y el deseo en los labios de
bailar en mi boca.
Y mi vida
volvió a brillar de nuevo.
Me aferré al cobijo de tu
pecho
y el dolor se diluyó en abrazos.
Amor
impregnado eternamente en mi
esencia.
Anna Benítez del Canto
Eres un amor, como no ibas a tener la esencia de tan bella sensación.
ResponderEliminar:) Besitos
Eres un cielo querida amiga, muchas gracias. Un abrazo.
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