Vacías quedaron estas fiestas
sin la
alegría de zambombas y panderetas.
Vacías,
del esfuerzo
de compartir
lo que no
alcanza para uno.
Vacías de amor renovado
en cada
renacer del niño, en vacías manos.
Navidades
vacías de
ilusiones y esperanzas,
de sonrisas
pintadas para engañar a los niños,
de la
caricia a un mayor
temiendo
su partida.
Una tras
otra,
huecos en la mesa,
dolor en el
alma
y lágrimas en la garganta,
entonando un
villancico con el corazón encogido.
Anna Benítez
del Canto
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