Volaban las hojas al viento,
en ese otoño que olía a pesadilla.
Desnuda,
como el árbol del jardín,
contemplaba la parca en los silbidos del viento,
que me arrancaban la vida
que nunca tuve.
Y entonces, llegas tú,
blandiendo el verde de los mares de otro tiempo
y me rindo al balanceo de las nubes,
hasta hacerme lluvia indeleble,
en este otoño,
que huele a pesadilla.
Anna Benítez del Canto
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