Labios carnosos perfumando mi piel

Labios carnosos perfumando mi piel,

ardiente y sedienta de lujuria…

Juegan mis senos a esquivar tu lengua

anhelando la prisión de entre tus dientes,

como un ritual de celo

que enfurece 

mientras bailan al son del placer.

Costillas abajo,

tiemblo como una hoja

y se pegan mis manos a tu cuerpo

acompañando el descenso

por la ladera inquieta de mi talle.

Te acomodas entre mis muslos

y te abrazo con las piernas,

manteniendo el contacto con tu pelo,

que revoltoso me envuelve en su estela de telaraña.

Como pétalos al sol mostrando sus pistilos,

 recibiendo tu boca,

ansiosa por poseer mi esencia.

Se arquea mi espalda

y tiemblo entera,

gozando del placer de tu deseo

que mezcla con fiereza los sabores.

Impaciente, te ruego que penetres

en el paraíso salvaje de los goces.

Me desespero en tus idas y venidas

lentas y placenteras

y me aferro a ti con brazos y piernas,

tratando de llevarte

al sima de mí misma.

Te aceleras, me desespero,

los jadeos y suspiros entierran las conciencias,

y nos derramamos en un volcán de vida

que inunda mis entrañas y te envuelve 

comprimido entre paredes convulsas.

Y morimos y nacemos mil veces en un instante,

dejando de ser dos,

sin espacio para el aire,

hasta que el éxtasis

nos arrebata la voluntad y las fuerzas.

Abrazados, entre besos silenciosos,

permanecemos muy quietos,

para no romper la magia

que culmina en un te quiero.

Anna Benítez del Canto

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