contemplo
la metáfora
del fuego
y el amor.
Llamas
entre
rojas y amarillas
se elevan
poderosas
con
formas cambiantes,
en una
provocación constante
a la
proximidad.
Caer en
esa hoguera
es tan
sencillo
como
difícil
lo es
salir.
El fuego
va
dejando brasas
que son
la verdad del mor.
Las que
perduran
y dejan
su evidencia
en forma
de ceniza.
Algunos
troncos
se apagan
antes
y decimos
que ha
muerto el amor,
pero sólo ha
perdido la llama.
Unas
cuantas chispas
lo
volverían a encender,
de
haberlas.
Cuando
quedan
cenizas y
carbones,
llega el
frío
y le
encoje
el nombre
al amor.
La
chimenea
necesitará
nuevos
leños
para
tener
otra
hoguera.
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