Me
marcho despacito
sin
dejarme ni un beso en el cajón de la mesita.
Poemas
Enredados bailan en mi pecho
intuyendo
que no habrá mañana.
Dibujo
sonrisas y las cuelgo en las paredes;
pueril
imitación del calor de mis labios
que
perdieron su tibieza en sueños de papel
y
un cartel en la puerta con puntos suspensivos.
©
Anna Benítez del Canto
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