Con
tu pico curvado
desconchas
la corteza;
buscas vida
tras
el pétreo cementerio
de
una sonrisa gélida.
Descarnas
oquedades,
pegajosas
de miedo
y
sangre apelmazada,
que
apenas se lamentan
de
tus embistes fieros.
Corrientes
de esperanza
detenidas
entre
mutantes latidos
y
sibilancias tenues.
Tiritan
las entrañas
a
la espera de tus garras
que
nunca llegan.
©
Anna Benítez del Canto
Muy buen poema, Anna, te felicito.
ResponderEliminarFrancesc Cornadó