Puñado de
colores buscan tonos nuevos,
desmenuzan arcoíris
mientras se
hacen un ovillo o se esparcen en el aire.
El azul le
echa un pulso a la escala de grises
y lo
aprovecha el rosa para lucir su gama,
desde el tímido
palo al intenso magenta.
El verde,
se abre paso
entre
amarillos marchitos y anaranjados perpetuos.
El morado
echa un lazo, los demás le siguen
y se hacen una bola que gira en armonía;
atadillo de tintes, con su vestido níveo
que baila
en los salones y brinda por la vida.
El espejo
refleja un torpe nudo blanco que pierde el equilibrio.
© Anna Benítez del Canto
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