Deja que te cuente...

Entre el alma y la palabra, el silencio se hace verso.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Qué sería la vida sin el placer de la muerte
cuando el recosido ser hace aguas en sus cimientos
y sus pilares  se inclinan, sin bastón que los sostenga.

Qué triste sería el camino si no tuviese final
y fuesen quedando atrás los almendros
con su sombra y el festín de besos frescos.

Qué agonía más cruel arrastrar el alabastro
que contiene las cenizas de la lucha sin ejército,
con tiritas de alfileres que acuchillan el aliento.

Qué distinto pensamiento si existiese la certeza
de conquistar esa cima que se coló en la entretela.
Se derrama piedra a piedra, sepultando las apuestas.

© Anna Benítez del Canto


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