Se desliza
el crepúsculo en mi pecho
y le da un
nombre nuevo a los sentidos.
Todo
converge en ese punto de no retorno;
la noche
aproxima cuerpos sin sombra.
Caricia
tenue de sol rojo seduce la mirada
en su
tarea de vestir y desnudar pieles al descuido.
Brisa
cálida mece las estrellas
en erótico
baile de cortejo; las convierte en brasa azul
y escancia
esa pasión en mis entrañas,
que no
precisan luz para trazar un verso.
© Anna Benítez del Canto
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