Esta
distancia, me arrebata su amor y el mío.
Solía llorar a
todas horas pensando en él,
reviviendo
aquel tiempo feliz
en que todo lo fue para mí.
Poco a poco,
he dejado de ver al hombre dulce y amable
que me
mimaba y fortalecía
con su ternura.
Sus secretos
coqueteos
se asomaron a mi ventana
y nunca más
pude sentirme
especial
para él.
Hoy sólo soy
un nexo entre oriente y occidente,
una maroma a la que asirse
cuando zozobra el barco.
Anhelo un
sueño roto y repudio los besos.
Como veneno,
recorre aún mis venas,
agonizante y espectral.
No quiero compartir con él
más que la
paz que ya no me concede.
Se borraron las palabras de amor.
Algunas veces las echo de menos.
Cuando la
tristeza y el vacío me traen su nombre,
sólo
eso acude a mí, su nombre,
que ya no llena mi boca al
pronunciarlo,
de no ser, por el dolor
que
engendran sus atenciones ajenas.
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