Imagino,
cada centímetro de tu blanca piel,
dulce y sosegada,
que se vistió de hastío
al no poder alcanzar una estrella.
Recojo una sonrisa
en la comisura de tus labios,
dulces y tiernos
y la transformo en beso reposado
de pétalo amarillo salido de un libro viejo.
Me distraigo en tus ojos,
cuando no me miras,
furtiva y temerosa de ser sorprendida,
encarcelando
una lágrima mal juzgada.
Navego sobre las olas que se baten
con sus crestas blancas,
por alcanzar la orilla donde no han de anidar.
Me deslizo sigilosa en cada abrazo,
vertiéndome un instante,
en tu color añil
y sueño
que muero en tu calor,
dejando atrás un cuerpo cansado de añorarte,
y camino contigo
en tu vagar peregrino.
Anna Benítez del Canto
No hay comentarios:
Publicar un comentario