en tiempos de primavera,
cuando sus tibios rayos
acariciaban mi piel.
Al llegar la noche
contaba las horas
pasaría en su ausencia.
Coloridos días
en que al tiempo que las flores,
mi corazón se abría
y bebía el rocío
que suave posaba
en mis labios abiertos.
Llegando el verano
el
rey mostró su fuerza.
Lamiendo mi sudor,
bailando en mi cansancio,
agotaba mi aliento
hasta perderse en el horizonte.
Apenas respiraba
cuando vino el otoño
y no sé si fue la lluvia
o el límite de sus fuerzas,
lo regresaron manso
a las caricias viejas.
De nuevo acurrucada
sin más piel que sus rayos,
soñé burbujas llenas
de peces de colores.
También ellos se fueron
buscando aguas más cálidas
cuando se dio la vuelta.
Me abandonó en el crudo invierno.
Mientras
abrasaba otros horizontes
y yo no comprendía,
por qué entre tiritones
mordía su nombre.
l
Anna Benítez del Canto
No hay comentarios:
Publicar un comentario