Estás pintado
en mis
pesados párpados,
y óleo de
ternura,
rozando
mis pupilas
temblorosas
de emoción.
No te
miro,
te veo,
en una
noche dulce
de
imantadas miradas,
transparentes
y
hambrientas de tiempo.
No me
llega tu aliento
y tu voz,
como
salida de un susurro de viento,
repite
palabras
dichas a bocajarro,
que no
cabían en el pecho.
¿Estás
ahí, mi amor?
Pesan
tanto mis párpados
cargados
de lluvia
y estás
tan quieto,
que acaso
estoy
perdiendo la cabeza
y espero
lo que
nunca fue más que un sueño.
Tal vez
ese sentir
nunca
existió
más allá
de la
frontera de mis ojos.
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